jueves, 27 de enero de 2011

Google

Ayer tuve una inesperada sorpresa. Más o menos como cada día llegué al trabajo y, con una mezcla de ilusión y coraje me disponía a afrontar otra jornada abriendo alguna correspondencia (RAE: Conjunto de cartas que se despachan o reciben). De golpe los ojos se fijaron en uno de los sobres que tenía sobre mi mesa. Un sobre blanco, convencional –sólo la presencia de dos ventanas y no de una sola parecía romper su particular normalidad- del que destacaba colorista, vivo, retador, el logo de Google. El paradigma de la nueva sociedad. Conjuntamente con Facebook, el mejor ejemplo de éxito digital.
No me pude resistir. Dejé lo que tenía en las manos y quise saber qué buscaba en mí el buscador.
Una oferta. El sobre contenía una oferta que me instaba a probar la eficacia de Google AdWords a partir del regalo de 75 euros en publicidad gratuita. Maravilloso. El sobre contenía también un pequeño argumentario a favor de las ventajas de la utilización de esta herramienta comercial con un titular tan innovador (tan 2.0) como “¡Consiga fácilmente nuevos clientes con Google!”. Fascinante. El rey del mundo digital, dirigiéndose a mí a través de un mailing (como los de antaño), con una propuesta basada en una oferta de precio, y con un claim y un aspecto de lo más tradicional (que viene de tradición).
Después de la sorpresa vino la reacción. La auténtica lectura de los hechos. Google posiblemente sea la marca más consciente de que no solamente de 2.0 vive la comunicación comercial. Google sabe perfectamente que modernidad no equivale a renuncia, y si ello significa que para mejorar los resultados de su gestión se han de utilizar los métodos más arcaicos (aunque todavía, uno de los más eficaces) lo hace.
Ello nos lleva a la consideración de Google como un auténtico exponente de la marca moderna: la que utiliza todos los recursos a su alcance, sin ningún complejo. Quien mejor lo tiene para utilizar los canales de comunicación más avanzados es quien nos da una lección de versatilidad a través de su combinación con otros mucho menos glamurosos.
Nunca he dicho que había dejado de creer en la publicidad, pero ahora sé que comparto esta opinión con Google. Todo un honor.