jueves, 21 de enero de 2010

Sin

Ya se sabe que los cambios siempre son –cuanto menos– sorprendentes. TVE es distinta y, además, parece otra. Quien durante tantos años ha luchado de forma denodada en la batalla para conseguir publicidad, ahora alardea de no tenerla. Como diría aquél, ¡joer, lo que ha cambiado el cuento!

TVE, desde hace unas semanas no para de repetir y de repetirse que, ahora que ya no tiene la (maldita) publicidad ha logrado ser líder. Ha crecido. La gente, el público, la tan denostada audiencia se ha dado cuenta de que ahora todo es mucho mejor, que las películas no se cortan. Que los sopicaldos ya no chillan. Que los automóviles ya no circulan por esa cadena. Hay que ver. Ahora va a resultar que todos los males de la cadena pública eran ése. Que la publicidad era quien molestaba. Ahora va a ser eso. ¿Seguro?

¿Seguro que no había otra forma de proceder?

Somos país de blancos y negros. El gris no se lleva. O bloques de trece minutos, o sin bloques.
La publicidad ha sido y es en muchas ocasiones uno de los principales indicadores de que un medio funciona. La certificación de que merece la pena, de que el sector económico, la economía productiva, confía en él. Pensadlo bien, cuántas veces hemos recelado de un medio sin publicidad.

La publicidad per se no tiene la culpa de nada. Es el exceso lo que molesta, como en todo.

La echaremos de menos, estoy convencido.