martes, 28 de diciembre de 2010

Ayer vi de nuevo un fragmento de entrevista que Albert Om le hizo a Eduard Punset en su programa El Convidat (TV3). Se me había ido de la memoria, pero ayer sobresalió de nuevo entre todo lo que iba apareciendo en el programa-resumen.



La frase no tiene desperdicio. El contexto es una larga conversación entre ambos en la casa que Punset tiene en algún pueblo de Girona. No recuerdo cuál. En algún momento Om le comenta a Punset que podría parecer estresado, apresurado, com que no tiene tiempo, a lo que el ex ministro responde "no tinc temps... però no tinc pressa".
Creo que es de lo mejorcito que he oódo últimamente. No se trata de andar agobiado por la falta de tiempo, sino de ser capaz de consumirlo con todo el placer y sin ningún complejo.
"No tinc pressa..." Dicho por alguien con el bagaje del divulgador, más que una reflexión es una lección de filosofía.
Tomo nota.

viernes, 19 de marzo de 2010

Periferia

Seguimos con la idea. No todo está dicho. Estos últimos días nos hemos entregado a un proyecto que nos interesa en especial: una nueva televisión hecha desde la periferia, con voluntad de innovar.

Una pregunta late de fondo: ¿es posible la televisión de proximidad con contenidos generalistas? Sí. La proximidad es aquello que más nos incumbe y si un producto está hecho desde el conocimiento en profundidad del público al que se dirige, su proximidad emocional y funcional está –casi- garantizada.

Cuando sea posible podremos publicar su nuevo posicionamiento. Más que interesante por lo simple a la vez que implicante. Un ejercicio de creatividad al servicio de la estrategia.

Cuando se está dispuesto a salir del circuito, la geografía no es más que un accidente.

miércoles, 17 de marzo de 2010

¡Mentira!

No es verdad. Es absolutamente mentira. No hay nada cierto en ello. En comunicación no está todo inventado. Solamente el peor de los agoreros sería capaz de intentar asentar una idea como ésta.

Pero no es cierto ni en comunicación ni en cualquier otro ámbito. La sociedad solamente mira hacia adelante. El futuro sigue intacto. Solamente hemos sido capaces de cargarnos (en parte) el presente. Y ni aún así. N hace muchos días escribía que la creatividad publicitaria está viviendo una etapa ciertamente gris, pero ello no es equivalente a decir que ha muerto. ¿Menuda chorrez! Lo que ocurre es que queremos analizar lo que se está haciendo según los parámetros de siempre y eso no está bien. La publicidad es gris porque el momento es gris. Bastante tenemos con intentar llegar a los días que empiezan por 3.

¿Nos hemos parado a pensar en todo lo que se está cociendo en el mundo de los contenidos? ¿Hemos querido detenernos –aunque sólo haya sido un minuto- en todo lo que se está cruzando en las redes sociales? ¿Queremos más comunicación recomendadora que todas las opiniones que circulan por ahí?

La que posiblemente esté muerta es una visión pontificadora de la comunicación comercial. ¡Vivan las opiniones libres! Aunque sea con todos sus riesgos.

jueves, 21 de enero de 2010

Sin

Ya se sabe que los cambios siempre son –cuanto menos– sorprendentes. TVE es distinta y, además, parece otra. Quien durante tantos años ha luchado de forma denodada en la batalla para conseguir publicidad, ahora alardea de no tenerla. Como diría aquél, ¡joer, lo que ha cambiado el cuento!

TVE, desde hace unas semanas no para de repetir y de repetirse que, ahora que ya no tiene la (maldita) publicidad ha logrado ser líder. Ha crecido. La gente, el público, la tan denostada audiencia se ha dado cuenta de que ahora todo es mucho mejor, que las películas no se cortan. Que los sopicaldos ya no chillan. Que los automóviles ya no circulan por esa cadena. Hay que ver. Ahora va a resultar que todos los males de la cadena pública eran ése. Que la publicidad era quien molestaba. Ahora va a ser eso. ¿Seguro?

¿Seguro que no había otra forma de proceder?

Somos país de blancos y negros. El gris no se lleva. O bloques de trece minutos, o sin bloques.
La publicidad ha sido y es en muchas ocasiones uno de los principales indicadores de que un medio funciona. La certificación de que merece la pena, de que el sector económico, la economía productiva, confía en él. Pensadlo bien, cuántas veces hemos recelado de un medio sin publicidad.

La publicidad per se no tiene la culpa de nada. Es el exceso lo que molesta, como en todo.

La echaremos de menos, estoy convencido.