jueves, 7 de julio de 2011

Todo llega, incluso el calor. Total hace nada que nos estábamos quejando del invierno, de las navidades, de lo rápido que pasa todo… Todo llega.
Saludo al verano bastantes días después de que se instalara entre nosotros en términos de calendario. Y lo hago pensando en una imagen que siempre, cada año, me viene a la cabeza cuando llega esta estación. La del arranque de El Extranjero, de Albert Camus. Una imagen de sol, de calor, de agobio. No sé por qué. Camus arranca con la noticia de la muerte de la madre del protagonista y a mí lo que se me queda es el calor que éste padece. No hay justicia. No tengo perdón.
Espero, como cada año, que todo ello no signifique un parón en la actividad habitual, pero es en vano. De hecho son sucesos coincidentes la llegada del calor y la inapetencia laboral. No puede ser. No quiero que sea. Conmigo no va. Quiero pensar que es porque simplemente me gusta lo que hago. Y entonces me da por pensar que si ello fuera más generalizado, posiblemente el valor de la desidia caería en picado en la bolsa de los insatisfechos. Y otro gallo nos cantaría.
Otro gallo que no sería el que me despierta en estas mañanas de sol y de calor. Que no de desidia.

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